Muerte del ministro palestino Ziad Abu Ein

Muerte del ministro palestino Ziad Abu Ein

*Fotografía: AFP

El Día Internacional de los Derechos Humanos, celebrado el pasado 10 de diciembre, ha traído en Palestina una nueva muerte a la larga lista que el sin sentido de este conflicto arrastra desde hace décadas. En esta ocasión, la víctima ha alcanzado una dimensión incluso aún mayor, pues se trata de Ziad Abu Ein.

Ziad Abu Ein era un relevante lider de la Organización para la Liberación de Palestina, reconocido activista que estuvo encarcelado durante más de una década, y actualmente ocupaba el cargo de ministro sin cartera de la Autoridad Nacional Palestina, gestionando un área de tanta importancia simbólica para los palestinos como la de la lucha contra el muro de separación y los asentamientos israelíes en Cisjordania. Anteriormente fue viceministro de los presos.

Abu Ein ha muerto en la ambulacia que le trasladaba al hospital desde una pequeña población al norte de Ramallah, Turmusaiyya, donde había acudido para participar en la plantación de unos olivos para protestar contra la expansión de tres asentamientos que rodean esta localidad, escenario de enfrentamientos con la policía y ejército israelíes en las últimas semanas.

La versión de varios testigos es que Ziab Abu Ein fue golpeado en el pecho por policías de frontera, y que sufrió una ingesta masiva de gases lacrimógenos. La versión de las fuerzas israelíes es que sufrió un ataque al corazón debido a su precaria salud. La única certeza es que Abu Ein ha muerto fruto de la violencia con la que se reprimen las manifestaciones que todas las semanas se repiten en Palestina en protesta por una ocupación que hace ya insostenible la situación de sus habitantes. En 2014 son casi medio centenar los palestinos muertos en Cisjordania por los disparos de munición real o de material antidisturbios, aunque sólo dos de estos casos a llegado a los tribunales y únicamente un militar ha sido procesado.

El mismo día que moría Abu Ein, un joven palestino de 14 años recibía en otra protesta un disparo en la cabeza que le causó múltiples fracturas en el cráneo y milagrosamente no le costó la misma vida.

El ciclo de la violencia en esta tierra continúa, y nadie parece dispuesto a hacer lo que es su responsabilidad para asegurar que estas muertes, que este uso excesivo de la fuerza y esa sensación de impunidad que se desprende de ella, sean las últimas que tenemos que ver.



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